Algunos afirman que tocarse el pelo es una herencia de la costumbre de despiojar que muchos simios tienen.
Según el etólogo Desmond Morris, es un gesto de distensión en una situación que nos pone nerviosos pero tratamos de mantener la calma y el control tocándonos el pelo.
En el caso de las mujeres, si la tensión se debe a la seducción, también puede realizar otras actividades como abrir y cerrar el bolso, mirar el móvil o quitarse y ponerse las gafas en señal de nerviosismo.